Estado de opinión y riesgos para la democracia: breves observaciones desde lo conceptual y lo actual
"Les solicitamos desde nuestras ganas de justicia y de paz que aprueben las reformas que les garantizan al pueblo colombiano sus derechos (…) el Congreso sabe que hay un pueblo que quiere las reformas".
Mentiría si digo que cuando
escuché esto quedé perplejo, pero la verdad es que ya me he estado
acostumbrando durante los últimos meses a declaraciones similares por parte del
presidente. Estas, en específico, vienen del show del pasado 7 de junio, que en
conjunto con los otros dos anteriores y varias salidas en falso recientes,
evidencian su deseo de revivir la idea de "Estado de opinión".
El concepto, que quiso
poner de moda el uribismo durante sus años dorados, refiere a un sistema en el
que el gobierno busca justificar todas sus acciones porque ese es el “sentir
del pueblo”, dejando de lado, en muchas ocasiones, los principios democráticos
y el equilibrio de poderes. Pero es necesario recordarlo: la democracia no se
trata sólo de que las mayorías elijan, y mucho menos trata de que se impongan;
la democracia requiere también de una institucionalidad fuerte y otros
requisitos que no detallaré aquí.
De todas formas ¿sí son
claras esas mayorías?
El gobierno Petro busca implementar una serie de reformas sociales en ámbitos como la salud, el trabajo y las pensiones. Si bien, este fue elegido enarbolando banderas de cambio, ganar unas elecciones presidenciales no da carta blanca para imponer esas reformas como lo han intentado sugerir varios sectores oficialistas y el mismo presidente, como aquí lo explica de manera contundente el profesor Rodrigo Uprimny. (Ni siquiera entraré en detalles sobre el estrecho margen con el que su gobierno fue elegido… en un balotaje, además.)
Aun así, Petro ha vociferado
obstinadamente que sus reformas son “las que quiere y necesita el pueblo”,
convocando movilizaciones de sectores específicos de la sociedad que en absoluto
representan a la ciudadanía en general. Basta con mirar fotos y videos de las
marchas para constatar que la gran mayoría de los asistentes pertenecen a
organizaciones sociales y políticas que desde hace ya varios años han sido
escuderas de su movimiento y son grupos de nicho.
Dichas movilizaciones, de
asistencia lánguida y nada representativa de la población general, buscan
generar una falsa percepción sobre el sentir de la mayoría, y si se le suma que
el presidente constantemente se autodenomina como "el del pueblo", no
extraña que él y su coalición de gobierno insistan en que lo que quiere él es
lo que quiere “el pueblo”, ese concepto tan gaseoso y manoseado por políticos
de todos los pelambres. La cuestión empeora en tanto él y sus aliados han manifestado
más de una vez que quienes se oponen a las reformas sólo defienden intereses de
élites y están en contra del “pueblo”, recurriendo a simplificaciones maniqueas
que están fuera de lugar para contextos y realidades tan complejas.
Con todo, no me preocupan en el corto plazo los delirios del presidente, aún más cuando es claro (incluso en las encuestas contratadas por el mismo gobierno) que su aprobación viene en caída libre y al parecer no encuentra fondo. Lo que más me preocupa es que la idea de "Estado de Opinión" no haya muerto después de todos estos años y que en el futuro nos sigamos encontrando con líderes políticos, tal vez con apoyo popular amplio y real, que valiéndose de esto último intenten convertirlo en una realidad.
Algo similar ya está
pasando en un pequeño país de Centroamérica no muy lejos de aquí...
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